En los recientes debates entre feminismo y machismo, parece es imposible adoptar cualquier postura sin quedar mal con alguien. En el interminable debate social entre los impulsores de la equidad de género y sus detractores, la suerte está echada, y sólo el tiempo dirá quién tenía la razón.

Sin embargo, para las organizaciones no hay tiempo que perder y es urgente tomar decisiones, con la certeza de si formar equipos con respeto a la equidad de género no será un esfuerzo en vano y si al hacerlo la organización resultará beneficiada.

Un reciente estudio realizado por McKinsey & Company ha sido muy revelador, tanto por la base estudiada  muy amplia como por los resultados. Los números finales son desoladores: en México, a pesar de que el 45% de los graduados universitarios son mujeres, en niveles gerenciales y directivos su participación es de solamente 25%. Y este porcentaje cae a sólo 10% cuando se trata de comités ejecutivos. En Estados Unidos la realidad no es muy diferente.

Pero otros estudios nos indican, además, que mujeres y hombres no ejercen el liderazgo de la misma manera, y que entonces tratar de equilibrar a unos y otras en la alta dirección se convierte en una ventaja competitiva.

Como están las cosas en México y el mundo

Cuando el liderazgo está constituido por hombres y mujeres con visiones complementarias, las decisiones organizacionales resultan enriquecidas, produciendo mejores resultados en el negocio. Las mujeres en la alta dirección ponen sobre la mesa escenarios que los hombres generalmente no ven; al mismo tiempo, los varones tienen en cuenta aspectos a los que las mujeres suelen darles menor importancia.

Ya desde 2007, Alice Eagly y Linda Carli identificaron algunas características de liderazgo asociadas al género.

Encontraron dos estilos de liderazgo: uno más orientado al desarrollo comunitario y otro más orientado a los logros (agéntico).


El estilo comunal se basa en características que solemos asociar con la mujer. Por ejemplo, una predisposición al cuidado de la gente, la preocupación por otros y las relaciones entre grupos.


En tanto, el estilo agéntico se asocia con aspectos generalmente relacionados con lo masculino. Por ejemplo, el dominio, la competitividad, el control, la autoridad y el cumplimiento de tareas.


Esto no quiere decir que no haya mujeres dominantes, competitivas y capaces de llevar la nave a puerto. Y tampoco que no haya hombres cálidos que cuidan con esmero a todos. El estudio más bien define tendencias en el estilo de ejercer el liderazgo.

Lo importante es que, una vez definidos estos estilos, una organización, ya sea grande, pequeña o muy pequeña hará muy bien si asume el esfuerzo de conformar equipos equilibrados. De esta forma no desperdiciará el talento del 50% de la humanidad. Eso de suyo no es poca cosa. Y seguramente potenciará además los resultados del negocio.

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